"Las palabras son nuestra más inagotable fuente de magia" (Albus Dumbledore)

domingo, 29 de noviembre de 2015

El talismán

Aquel hermoso día se cumplió el anhelo que desde hacía años hervía las entrañas de Fabián. La suave caricia del sol penetraba por los ventanales de la sala del trono y regaba de luz la imponente silla. El mayor tesoro de oro y terciopelo del imperio esperaba inmóvil a cumplir todo cuando había deseado. Saboreó un momento el instante y se sentó sobre el trono cuando aún tenía las botas manchadas de sangre. El tacto del terciopelo en sus manos fue el placer más intenso que había experimentado. Al fin era el conquistador del imperio. 

Sostuvo el aliento un momento, buscó bajo su cuello el talismán que lo había llevado hasta allí y exhaló con tranquilidad. A partir de ahora él y nadie más sería señor de señores y se haría su voluntad en todo momento. 

El reinado de Fabián el Poderoso comenzó con increíble júbilo. Las fiestas y el vino corrían por palacio como un mar embravecido. Cada vez que la economía estaba en riesgo o una mujer no era lo bastante hermosa, Fabián rozaba la piedra verde de su talismán y su voluntad se hacía ley. 

Sin embargo, no pasó mucho tiempo cuando el deseo de Fabián se hizo tan intenso que resultaba insostenible. Beber veinte litros de vino no era suficiente para emborracharse, mil mujeres no podían apagar su calor y no había un halago lo bastante empalagoso para engordar su estima. Por más que acariciaba la piedra verde, el soporte de oro o la cadena de plata que colgaba de su cuello, no conseguía tener un día feliz. 

Su frustración llegó a ser tan intensa que se extendió a su alrededor en forma de latigazos y abusos, ya que nadie era capaz de apagar la sed de Fabián, pues nadie sabía qué agua estaba buscando. Ni siquiera él lo sabía ya. 

Abotargado por un ya insoportable dolor y la más absoluta soledad, se arrancó el talismán del cuello, haciendo físico el dolor espiritual. Bajo la desesperada noche, lo sostuvo a través de su ventana, situada en la mayor torre de oro conocida por el hombre. Con los ojos encharcados y la cara congestionada maldijo, rasgándose la voz, aquel cruel talismán que lo había llevado a la desgracia y lo soltó, dejando que se precipitase en una caída interminable hasta un estanque lleno de agua de jazmín. 

Cuando la medalla tocó el líquido perfumado, todo el imperio de Fabián desapareció. Su inmenso palacio, sus miles de siervos, sus tierras, su ganado y sus tesoros se convirtieron en arena mecida por el viento. 

En ese momento, una brisa con olor a jazmín despertó a Fabián, que volvía a tener veinte años y dormía sobre un colchón de paja. Estaba empapado en sudor, al igual que en la torre, pero ahora vestía con ropas de campesino y estaba rodeado de ovejas. 

- ¡Fabián, levántate que ya está el desayuno listo! - Gritó su padre desde fuera. 

Nunca se había sentido tan agradecido de recibir una orden. Con el alma aliviada se incorporó y vio a su lado una jarra de barro con agua fresca. Bebió con ansiedad y pudo al fin saciar su sed. No recordaba un instante tan feliz. Se levantó y caminó hasta la cocina atraído por el olor del pan tostado y la leche caliente.

Al sentarse en la humilde mesa de tablas de madera, contuvo el aliento un segundo y buscó bajo el cuello de su camisa. Al no encontrar nada, suspiró aliviado y sonrió a su familia.  

Mientras tanto, una medalla de oro con una piedra verde incrustada reposaba con la cadena rota, bajo la paja, en aquel humilde lecho que tanto había maldecido el día que la encontró. 


Bajo el manto de la noche


¡Hola amigos!

El relato de hoy surgió a partir de la siguiente pintura. Se nos presentó éste cuadro, el cual no había visto nunca, y algunas frases para ayudarnos, entre las cuales estaba el título. A partir de ahí podíamos escribir lo que quisiéramos, así que allá va. 



Habitación de hotel (Edward Hopper)

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Claudia solía leer cada noche algunas páginas de su antigua Biblia, regalo de su madre cuando cumplió 10 años. No se consideraba muy religiosa, pero leer aquellas líneas en su idioma natal la reconfortaba. 

Cada noche llegaba exhausta a su habitación y se libraba del uniforme de trabajo y los zapatos. Sus pies desnudos pisaban la raída y sucia moqueta y se sentaba sobre los ruidosos muelles de la cama. Solía quedarse algunos segundos mirando la pared blanca, salpicada de moho verde. 

Después intentaba relajarse un poco acariciando las hojas amarillentas de su antiguo libro. Así, por unos instantes podía transportarse a su vieja casa y recordar tiempos mejores. Por ejemplo, como su abuela le recogía los mechones rubios para hacerle un bonito peinado antes de ir a la escuela o el olor de la deliciosa comida que preparaba su madre para ella y sus hermanos. También recordaba con cariño aquellas historias que le leía su padre cada noche antes de acostarse. 

Lo malo de aquello era que, inevitablemente, le venían también a la cabeza los ecos de cómo todo fue empeorando. Cada vez fue habiendo menos comida en casa, así que la cocina ya no siempre olía así de bien. Nadie de su familia lo dijo, pero ahora que era mayor pensaba que probablemente ésa había sido la causa de que la abuela enfermase y muriese. Le venían a la mente, como latigazos, los sollozos ahogados de su madre, que cada noche no podía aguantar más y se entregaba al llanto. Ella también lloró amargamente cuando sus hermanos mayores fueron abandonando su hogar, tal y como ella había hecho hacía poco. 

Ahora ya nadie cuidaba de ella, sola en aquel país desconocido, con un idioma desconocido y gente desconocida, no se tenía más que a sí misma. Por el día, la frenética actividad de su trabajo la distraía de su situación, pero bajo el manto de la noche, una soledad abrumadora le invadía de pies a cabeza. 

A veces se imaginaba qué sería de ella sin aquella Biblia, ya que era la única conexión que ahora tenía con todo lo que ella conocía. Sin embargo, al tocar las 12 tenía que cerrar su pequeño refugio y acostarse, con la esperanza de poder conciliar el sueño. A menudo le resultaba imposible dormir, pues una pregunta atenazaba violentamente sus pensamientos: ¿acaso era éste el futuro mejor que vino a buscar? Pronto lo será, se repetía como respuesta una y otra vez, mientras apretaba entre las manos el regalo de su madre, y cerraba los ojos. 


domingo, 22 de noviembre de 2015

¿De dónde vienen los sueños?

En éste ejercicio debimos escribir, sin pensar demasiado, de dónde vienen una serie de cosas que nos fueron planteadas, intentando dar explicaciones creativas, incluso poéticas, si nos apetecía. 

Después debimos elegir una de las explicaciones cortas y escribir un relato breve utilizando esa premisa. 

Allá va la mía. 


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La gente suele creer que ellos tienen una idea, un sueño o una meta, y después se ponen a trabajar para llegar a conseguirla. Pero están equivocados. No quiero decir con esto que sean ignorantes, es sólo que no conocen la existencia de los Suelins. Éstos seres pequeñitos, parecidos a los duendes, viven en el futuro. 

El futuro es un lugar desconocido para los humanos, ya que ellos sólo pueden vivir en el presente, por mucho que se empeñen en no hacerlo. Como no conocen el futuro, no saben que es mucho más amplio que el presente, es tan grande que el ahora sólo puede abarcar una pequeña parte de él, como una tiza que va trazando una línea por una pared. 

Al contrario que los humanos, los Suelins pueden viajar del futuro al presente y viceversa. Son seres muy manipuladores y competitivos, por eso les gusta dirigir a los humanos hacia donde a ellos les parece. Para eso, miran lo que pasa en el futuro y le llevan una pequeña parte de él a los humanos, con la esperanza de que sigan ese camino, y no el de otro Suelin distinto. 

Por ejemplo, Marta no sabía porqué pero estaba convencida de que quería ser doctora. Así que se esforzaba tenazmente en sacar buenas notas para poder ir a la universidad. Lo que Marta no sabía era que un Suelin lo había visto siendo doctora y había ido colocando algunas pistas en su presente, y ella había decidido prestarles atención: un viejo fonendoscopio en el patio del colegio con el que ganó la admiración de sus compañeros, un hermanito enfermo al que curó con su zumo especial, una bata blanca del laboratorio de química del instituto que le hacía una figura estupenda... Todo obra de un ambicioso Suelin decidido a llevarla donde él había mirado. 

Pero no todos los Suelins tiran en la misma dirección, en el caso de Marta, otra de éstas traviesas criaturillas había visto cómo la joven iniciaba una excitante aventura a lo largo del mundo. Recién cumplidos los 18 años se armaba con una mochila y se dedicaba a la vida nómada, recorriendo país tras país, con una vida austera en comodidades pero rica en experiencias. Ése Suelin también hizo de las suyas, colocando entre sus regalos de cumpleaños un globo terráqueo de madera tallada a mano por su padre y un libro de un tal Fog, que recorría el mundo entero en tan sólo 80 días. Además, lo terció todo para que en sus vacaciones en la playa a los 15 años se encontrase con un joven surfero de cabello rubio que recorría el mundo en busca de la ola perfecta. 

Y así, en cada una de nuestras vidas humanas, cientos de Suelins nos van dejando pistas de lo que haremos mañana. Todo depende de la atención que queramos prestarle a cada una de ellas.

Por cierto, da la casualidad de que cuando Marta y sus compañeros de clase vayan a elegir viaje de fin de curso, habrá una estupenda oferta de un crucero por varios países mediterráneos. Lo sé porque lo saben los Suelins.


Inventando definiciones

Siguiendo con la importancia de los sonidos, hicimos otro ejercicio. En ésta ocasión se nos dieron una serie de palabras, algunas inventadas y otras no, y debíamos inventarnos una definición. Al terminar nos dimos cuenta, de que la forma en que suena una palabra puede llevarnos a darle un significado parecido, sin haberlo acordado antes. 

Esto nos puede ayudar a la hora de inventarnos palabras para nuestro relato, ya que, aunque el término explique algo fantástico, que sea verosímil con su utilidad o contexto nos ayudará a que el lector lo acepte mejor. 

Allí van las mías.


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  • Guájete: Término despectivo para referirse a jóvenes preadolescentes poco agraciados. 

  • Refúcilo: Gemido especialmente violento que hacer algunos animales al encontrarse en peligro. 

  • Ávice: Adjetivo que se usa para denominar un objeto ligero.

  • Cancamusa: Dícese del lazo que habitualmente adorna las enaguas de las mujeres. 

  • Mandriolo: Maza de gran tamaño habitualmente usada en zonas rurales para labores de construcción. 

  • Perendeca: Adjetivo que denomina a la niña o mujer olvidadiza propensa a perder objetos. Masculino: perendeco. 

  • Yaacabó: Dícese de los dulces que habitualmente se usan como recompensa para los niños cuando terminan una tarea. 

  • Masperlino o masperlado: Dícese de la persona que debido a una enfermedad o impacto emocional, ha adquirido un tono de piel grisáceo. Ejemplo: Paco viene un poco masperlado hoy, igual tiene la gripe. 

  • Ganforro: Gorro de tejidos diversos, con un mínimo de dos capas y especialmente grueso que se usa habitualmente para practicar montañismo. 

  • Cacarrachaca: Bebida alcohólica a base de ron y tequila típica de países caribeños. Se combina con diferentes zumos de fruta según la zona. Su nombre quiere imitar la sensación de quemazón que produce al bajar por la garganta. 

  • Buz: Cuenco típico de las culturas precolombinas que se utilizaba para recoger flores, cuentas u otros objetos pequeños como ofrenda para las divinidades. 

  • Fablistán: Pluma para escribir especialmente refinada, habitualmente elaborada con materiales nobles y adornada con piedras preciosas que se regala a los jóvenes al llegar a la madurez. 

Carteles ininteligibles

El ejercicio de este día fue un poco difícil, pero al final resultó ser muy divertido. 

Se nos ofrecieron diferentes carteles y textos escritos, algunos, en idiomas extranjeros con alfabetos distintos al latino, y otros con símbolos que no eran letras. Nuestro objetivo era que, solamente con las pistas que nos daba la forma del texto, escribiéramos aquellos que nos imaginásemos que estaba escrito. Así que allá van las ocurrencias que se pasaron por mi cabeza. 

¡Espero que los disfrutéis!

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ERROR DEL SISTEMA 301

Si está leyendo este mensaje significa que ha estado haciendo cosas malas con su ordenador. Desde el servicio técnico profesional le ofrecemos varias sugerencias para solucionar su problema. 

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MUJER

Si estás hecha en Turquía, tienes más de 18 años y sigues soltera estás de suerte porque...

BUSCO NOVIA

Soy un varón turco de buen ver que busca el amor. Ofrezco un bigote espeso como la noche y unos brazos cálidos como el té. 
Me gusta la vida tranquila, rezar al amanecer y el aroma de las lilas.
Así que te digo a ti, mujer, si estás hecha en Turquía y te gusta lo que lees, ven a conocerme y llenemos el mundo de pequeños turcos. 
Recuerda, 
aquí te espera el hombre: 

HECHO EN TURQUÍA
FIEL
DEVOTO ESPOSO
REINA VEN A POR TU REY


Las ocas

Ésta vez analizamos la importancia del sonido de las palabras y cómo estás influyen en lo que queremos expresar. Para ser más consciente de este hecho, hicimos un ejercicio ayudados de unas antiguas láminas para enseñar el abecedario a los niños. Cada una de éstas láminas contenía una letra oculta en una ilustración. Yo elegí una en la que dos niños pasaban sobre un puente, seguidos de unas ocas mientras el viento soplaba fuerte en un día oscuro. Decidme si sois capaces de encontrar qué letra era la representada. Alla vá. 

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Los pequeños hermanos Óscar y Manolito fueron los encargados de cuidar las ocas desde los ocho años. La época más hosca para ellos solía ser el otoño, ya que solía soplar mucho el viento, que empezaba a ser frío como el hielo. Por supuesto el invierno era peor, pero al ser en su pueblo las nevadas tan copiosas, solía encargarse el padre de esta labor. No obstante, mientras los copos no llegaban, los niños eran los encargados de este trabajo. 

Así pues, al sonar las cinco en punto cogían el zurrón, el palo y el manto y obligaban a las ocas a botar del chamizo. Seguido, tomaban el camino de Orozco, que era un poco más extenso pero era de su gusto porque así podían pasar por el puente de Olot. 

Allí, a pesar del gélido viento, se entretenían arrojando cantos al arroyo. Si se demoraban mucho, incluso, alguna oca los acompañaba en el juego chapoteando entre los juncos. 

Pero cuando se iba acercando el invierno, debían andarse con ojo y no permitirles ese antojo, ya que si luego el pajarraco no tenía el decoro de salir a tiempo, tenían que arrojarse a por él. 

Como en una ocasión sucedió, que Óscar, al ser el mayor, se vio en la obligación de recuperar una oca osada que se negaba a salir. Así que, ni corto ni perezoso, se remangó el raído pantalón y al agua se aventuró. El líquido helado se le clavó como una hoz en los tobillos y tanto rato estuvo que se le volvieron morados los pues y casi quedó cojo. 

Por eso es peor el otoño, porque con el frío, el baño antes divertido, se torna peligroso. 


viernes, 20 de noviembre de 2015

El abuelo

En ésta ocasión, el ejercicio que realicé consistía en escribir un relato de  12 frases, y cada una de ellas debería incluir una palabra concreta que nos fue dada. Para la versión digital he querido separar cada oración porque me parecía que así le daba más énfasis al objetivo del ejercicio. He de confesar que hasta el momento ha sido el relato que más he disfrutado escribir, así que espero que sea también de vuestro gusto. Allá va. 

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Felipe llevaba un día terrible, tan terrible que a medio día ya le dolía tanto la cabeza que parecía que le iba a estallar. 

Fue a la cocina a por un poco de agua para tomarse una aspirina, y al coger el primer vaso que alcanzó de la repisa, no se encontró otra cosa que una dentadura postiza con uno de los dientes enfundado en plata. 

Era del abuelo, al que habían enterrado esa misma mañana, por lo visto le habían enterrado sin ella.

Imaginarse a su pobre abuelo enterrado sin su dentadura favorita le produjo otra punzada de dolor en la sien, como las que llevaba sintiendo todo el día, por lo que salió de la cocina y se dirigió al despacho del viejo, donde tal vez se aliviaría un poco, rodeado de recuerdos más felices.

Allí todo estaba impregnado de la esencia del anciano señor al que tanto quería: su colección de botones raros, su faisán disecado con sombrero de ala larga adornado con una pluma de faisán, la foto en la que Felipe salía con una sonrisa cubierta de sangre debido a la herida que se hizo al resbalar en las rocas el día que el abuelo le enseñó a pescar... 

Así era el abuelo, un apasionado de lo peculiar, que enmarcaba fotos de su nieto ensangrentado y escribía cartas en hoja de papiro fabricado por él mismo. 

A Felipe le invadió un arrebato irreflenable de nostalgia y se puso a rebuscar entre sus cosas, con la desgracia de que encontró un horrendo muñeco de guiñol que lo aterraba  cuando era pequeño, por eso el abuelo lo tenía allí escondido en un baúl. 

Recordó casi reviviendo el mismo terror, el día de su cumpleaños en que el abuelo lo sacó para intentar hacer una actuación, que terminó con quince niños llorando y su padre echándole una buena bronca por tener esa ocurrencia. 

Volvió a cerrar la tapa del baúl para enterrar de nuevo ese recuerdo y se centró en los cajones, donde encontró parte de su antigua correspondencia. 

Allí había cartas de todo tipo, pero la que más le gustó fue una donde el abuelo recriminaba a la inmobiliaria donde compró la casa que ésta no estuviese encantada, tal y como decía toda la gente del pueblo. 

En el siguiente cajón encontró dos cosas, un abrecartas y un sobre cerrado que rezaba "mis últimas palabras para mi querido nieto Felipe". 

Sintió un vuelco en el corazón y rasgó el sobre con ansiedad, pensando en la preciosa última conversación con su abuelo que encontraría al leer aquella carta. 

Los sonidos de mi nombre

¡Hola!

Estrenamos entrada con el primer ejercicio de escritura, que consistió en elaborar un pequeño relato utilizando todos los sonidos de mi nombre que me fueran posibles. Allá va. 


Me encontré con un tipo llamado René en un vagón hacia la India. Ese chico fue lo más insólito que encontré desde aquella manada de impalas corriendo junto al tren. Con su estilo alegre me contó historias sin parar, como aquella vez que había conseguido escapar del ataque de un elefante en África escondiéndose en el tronco de un árbol. Con una sonrisa me dijo que después de aquello dejó de intentar emanciparse de la sociedad, así que ahora se dedicaba a recorrer ciudades buscando su sitio. Egipto, Estambul, Eslovaquia, Estados Unidos... Viajaba de una ciudad a otra con lo que sacaba de vender sus pinturas, que apilaba en el asiento libre a su lado. Cuando salí de aquel tren no pude ignorar el impulso de curiosidad que me invadió. Pensé en qué vendría después de conocer a alguien tan singular, alguien que solo con su con su presencia entretiene. 

Un nuevo comienzo

Con éste ya va mi tercer blog, al que os doy la bienvenida. He querido dedicar cada uno a una temática o parte de mi vida, y consideraba que ahora necesitaba crear un nuevo espacio dónde compartir mis escritos. Desde siempre he tenido el gusto por escribir, pero a menudo me iba perdiendo entre palabras, lo que me llevaba a escribir de forma inconstante, y muy espaciada. No digo que ahora vaya a ser diferente, pero he dado el paso de embarcarme en un curso de escritura creativa, y ahora que ya he acumulado algunos pequeños textos, quería recogerlos aquí con el fin de que no se pierdan. 


Escribo estos textos en papel, después la profesora nos da unos consejos para pulir el estilo y cómo mejorar la historia. Así que es mi objetivo ir dejando aquí cada uno de esos textos con las correcciones, de manera que hago el ejercicio de mejorarlos y quedan en formato digital. 


He de confesar que me ha costado entrar un nombre, ya que todos los que pensaba ya estaban cogidos, pero al final encontré Las Tintateclas, que refleja bastante bien lo que voy a hacer, es decir, pasar de la tinta a las teclas. 

Si por algún casual has llegado hasta aquí y quieres quedarte a echar un vistazo te invito a que te des una vuelta por mis pequeñas creaciones y compartas tus impresiones en los comentarios. 

¡Un abrazo!