"Las palabras son nuestra más inagotable fuente de magia" (Albus Dumbledore)

martes, 1 de diciembre de 2015

María

¡Bienvenidos un día más!

El relato de hoy viene de un ejercicio muy interesante. Se trataba de intentar dar más o menos importancia a las palabras según el orden que ocupasen. Se nos dieron tres palabras y debíamos colocarlas cada cual en una frase distinta. Dependiendo de si queríamos darle protagonismo o quitárselo, debíamos colocar la palabra en un lugar determinado. La verdad es que no fue nada fácil y no siempre conseguí el resultado. 

De todas formas, una vez corregido el ejercicio, debíamos escribir un pequeño relato utilizando esas tres frases. Ahí va el mío, espero que os guste. 


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María no aguantaba más y decidió llevarse todo lo que le aferraba al pasado. Todas aquellas inútiles cosas. Sus joyas, sus vestidos, incluso la ropa de cama que había bordado a mano. Todo le recordaba la horrible esclavitud que había vivido aquellos años. Pero ahora estaba dispuesta a arrancar cada barrote de oro de su insoportable jaula. 

Al bajar por la escalera con todo aquello, se encontró con la estricta figura de su madre. Sabía lo que pretendía, estaría dispuesta a retenerla en su cautiverio doméstico por encima de todo. No pasó ni un segundo y sus apretados labios se abrieron para soltar una interminable lista de argumentos por los que debería seguir siendo una sumisa esposa y madre. 

Mientras escuchaba de fondo el discurso, sólo podía mirarse reflejada en los ojos de su madre, como si fuesen dos copias de la misma persona, una dentro de la otra. La ira invadió cada centímetro de María, que soltó el bulto de ropa y con una poderosa mano golpeó la carísima mesa de cristal, haciéndose un corte. La visión de la sangre enmudeció a la madre y encabritó a la hija aún más. Durante un segundo pareció que la tiránica madre volvía a moverse, ante lo cual María volcó la mesa, que se rompió por completo llenando el suelo de añicos. Hubiese hecho cualquier cosa con tal de no volver a escucharla. 

Ante la desencajada cara de su madre, María se dirigió hacia la salida y cerró con un sonoro portazo su vida anterior. Ella, que siempre había sido tan intransigente, fue capaz de romper todas las normas posibles. 


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